Cristiano Ronaldo es hoy una de las grandes estrellas del futbol internacional, sin embargo, llegar a la cúspide no fue un camino fácil. El propio portugués ha publicado en el portal The Players Tribune una carta en la que relata su infancia y sus inicios en el futbol.
En el emotivo texto, Cristiano recuerda cómo comenzó su pasión por el futbol a los siete años y, poco después, su ambición de triunfo: “Acababa de empezar a jugar a fútbol en serio. Antes, yo solo jugaba en las calles de Madeira con mis amigos. Y cuando digo “calle”, no me refiero a una callecita vacía, quiero decir una calle. No teníamos porterías ni nada, y teníamos que parar el partido cada vez que pasaba un coche. Yo era muy feliz así, pero mi padre era el utillero del CF Andorinha y no paraba de animarme a ir y jugar con el equipo filial. Yo sabía que eso le haría sentir orgulloso, así que fui. El primer día había un montón de reglas que yo no entendía, pero me encantó. Me enganché a la organización y a la sensación de ganar”, explicó sobre sus humildes inicios.
Según cuenta el crack, sólo su padre lo acompañaba a sus partidos, pues a su mamá y a sus hermanas el futbol no les interesaba en lo absoluto, sin embargo, un día entendió la fuerza del apoyo familiar al verlas en las gradas: “Estaban abrazadas, y no aplaudían ni gritaban, solamente me saludaban, como si aquello fuera un desfile o algo así. Se notaba que no habían estado nunca en un partido de fútbol. Pero estaban ahí. Y eso era lo único que me importaba. Me sentí tan bien en ese momento. Significó mucho para mí. Algo cambió dentro de mí. Me sentí orgulloso. Es cierto que no teníamos mucho dinero en esa época.
La vida no era fácil entonces en Madeira. Solía jugar con botas viejas que heredaba de mi hermano o que me prestaban mis primos. Pero cuando eres niño, no te preocupa el dinero. Solo te preocupa sentirte de una determinada manera. Y aquel día, yo me sentí así. Me sentí protegido y querido”.
Jugar bien no era suficiente, así que Cristiano tuvo que trabajar duro en su cuerpo: “Recuerdo la primera vez que escuché a uno de ellos decirle a otro, “¿Has visto lo que acaba de hacer? Es una bestia.” Empecé a escucharlo a menudo. Incluso a los entrenadores. Pero siempre había alguien que decía, “Sí, pero es una pena que sea tan pequeño.” Y es verdad, yo era muy flaco. No tenía músculo. Así que a los 11 años tomé una decisión. Ya sabía que tenía más talento que los demás. En ese momento decidí que también iba a trabajar mucho más duro que ellos. Empecé a escaparme de la residencia por la noche para entrenar. Me puse más fuerte y rápido. Y entonces, cuando salía al campo, aquellos que solían decir que era demasiado pequeño me miraban sorprendidos, como si se les cayera el mundo encima”.
Cristiano lo ha logrado prácticamente todo, sin embargo, sus sueños continúan: “Después de 400 partidos con el Madrid, ganar sigue siendo mi máxima ambición. Lo es todo para mí. Creo que nací siendo así. Pero la sensación cuando gano ha cambiado. Este es un nuevo capítulo en mi vida. Tengo un mensaje muy especial grabado en mis nuevas botas Mercurial. Está justo en el talón y es lo último que veo antes de atarme los cordones e ir hacia el túnel. Es como un último recordatorio, la última motivación. Dice, “El sueño del niño”.
“Mi misión es la misma de siempre. Quiero continuar rompiendo records en Madrid, quiero ganar los más títulos posibles. Es mi naturaleza, pero lo que más recordaré de mi tiempo en Madrid, y de lo que les hablaré a mis nietos cuando tenga 95 años, es de lo que sentí caminando sobre el césped de la mano con mi hijo, siendo campeón. Y espero que volvamos a hacerlo otra vez”, finalizó.